El chaguar proviene de la familia del Aloe Vera y crece en diferentes partes de la región. No se consigue por cultivo, por lo que las mujeres la deben buscan en el monte. Se encargan de buscarlo, en grupo, en el peligroso monte. Ellas saben dónde están las mejores plantas, las del tamaño adecuado para sus fibras. El proceso es único, se transmiten la práctica de generación en generación.
El proceso de recolección no es sencillo: deben arrancarla dejando en tierra las raíces, cortar con cuidado las espinas, para luego trasladarla en la espalda hasta su comunidad.
Después de la recolección, las mujeres de la comunidad se dedican a su procesamiento, hilado, tintura y tejido.
Para comenzar con el proceso de producción primero tienen que machacarla hasta obtener las fibras, las cuales lavan y dejan secar durante siete días. Tras la semana de secado y espera, comienzan el proceso creativo, dándole consistencia a las fibras con ceniza, y color utilizando semillas, flores, troncos y raíces. El proceso de diseño es ancestral y se lo pasan unas a otras, de generación en generación.
En particular, sus fibras se usan para el tejido de prendas, cortinas, hilados y bolsas útiles para actividades como la caza, la pesca y la recolección, además de cordeles, sogas de uso variado y confección de objetos artísticos.
La comunidad Wichí está ubicada en la región central del monte chaqueño, el cual forma parte del Gran Chaco Americano, una de las áreas más boscosas del continente, con gran diversidad de especies nativas, tanto animales como vegetales. En ese sentido, se trata de una ecorregión clave para la conservación de la biodiversidad tanto Argentina como global.
Para las mujeres de estas comunidades realizar artesanías es su manera de subsistir y legado ancestral. Una de sus producciones más destacadas son los tejidos realizados con fibra vegetal de chaguar.
Los dibujos que se desarrollan en los tejidos tienen distintos significados en sí mismos, como por ejemplo: ojo de suri, caparazón de tortuga y víbora, los que históricamente se relacionaban con la identidad de los clanes familiares.
La deforestación y el avance de la frontera agrícola amenazan la existencia de los chaguarales, lo que hace urgente su protección. La desaparición de estos espacios implica, a mediano plazo, la pérdida de conocimientos y símbolos que los pueblos originarios han desarrollado durante siglos.
Por eso, es fundamental promover e incentivar prácticas de recolección más sostenibles para conservar este recurso tan significativo y característico de la cultura Wichí.
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